sábado, 19 de diciembre de 2009

Afilar la sierra



Suponga el lector que se encuentra con alguien que trabaja fe¬brilmente en el bosque, cortando un árbol con una sierra.
—¿Qué está usted haciendo? —le pregunta.
—¿No lo ve? —responde él con impaciencia—. Estoy cortando este árbol.
—¡Se le ve exhausto! —exclama usted—. ¿Cuánto tiempo hace que trabaja?
—Más de cinco horas, y estoy molido. Esto no es sencillo.
—¿Por qué no hace una pausa durante unos minutos y afila la sierra? —pregunta usted—. Estoy seguro de que cortaría mucho más rápido.
—No tengo tiempo para afilar la sierra —dice el hombre enfáti¬camente—. Estoy demasiado ocupado aserrando.

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